sábado, 29 de enero de 2011

Exposición permanente en el 50% de mi masa cerebral


Hoy alguien muy especial va a recibir un regalo. Alguien muy especial con el que he compartido tantos días. Cuatrocientos diez para ser exactos. Cuatrocientos diez días con sus cuatrocientas diez ganas de comerse el mundo.

De un tiempo a esta parte, las cosas se ven diferentes, extrañas. Son los pequeños detalles. Esos putos pequeños detalles. Pero nada me preocupa. No después de saber que pase lo que pase, está siempre conmigo. No después de saber que aunque le caigan las lágrimas más grandes, siempre tiene una sonrisa para regalarme, una caricia, un beso. Porque siempre que me roza su barbilla siento un escalofrío.
Todo me importa una mierda. Una mierda muy gorda. Lo regulero, lo malo, y lo peor. Me da igual porque sé lo que hay y sé lo que pasa. Sé por qué pasa. Sé que te quiero como no he querido nunca a nadie. Sé que para mí eres el único. Sé que para mi no hay nadie como tú, aunque haya millones de cosas en el mundo. Sé que acabaré llena de pintura contigo. Sé que acabaré llena de algo que no sea arroz contigo. Sé que acabaré montando muebles contigo. Sé que acabaré cerrando los ojos contigo. Sé que acabaré acabándome contigo.

Para siempre, ya lo sabes.

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